martes, 21 de diciembre de 2010

Esa bella melodía

Pedro Escudero Zumel es un escritor valiente. De esos a los que no les da miedo proclamar sus ideas, contarlas, escribirlas. Fiel a su apellido, más que rumiar ideas, defiende ideales, y los plasma sin que le tiemble el pulso. Aunque sea de esta forma, en píldoras sugestivas, repletas de verdad.

Esa bella melodía (23 Escalones) es un compendio de un montón de cosas. Cuentitos de horror y humor negro, reza su escueto y efectivo subtítulo, como un aguijonazo. En efecto, esta antología de lo breve es eso, pero también mucho más. Es filosofía escarlata (por la sangre y por sus convicciones); es sarcasmo cibernético, un montón de hijos imperfectos nacidos de la @; y religión de la Nada, vuelta de tuerca prosaica al credo divino.

De hecho, aunque pudiera parecer lo contrario, ninguno de sus 87 microrrelatos está de relleno. Todos particularizan un instante, lo dotan de importancia, de vitalidad instantánea. Y muchos de ellos necesitan relecturas para que el lector pueda apreciar todo su sentido. Por eso se disfrutan más, porque cuentan más de lo que llevan escrito. Porque permiten volver sobre ellos una y otra vez sin perder un ápice de su frescura y franqueza.

Pedro Escudero nos habla de lo macabro, de la canción del miedo, de ese soniquete martilleante que tenemos entre las orejas y que nos lleva a plantearnos la locura, propia o ajena. Vertebrado a través de una bella melodía que nunca se escucha pero siempre está presente, nos lleva de la mano a descubrir perversiones de cuentos populares, chateos demoníacos, anuncios clasificados en un limbo del imaginario colectivo, Troya ardiendo de hastío y Lolita con plaza en un geriátrico.
Hace devenir lo divino en carne, y lo mejor de todo es que dota a esa carne de una extraña dignidad. Nos habla de lo innecesario de trascender, de las pulsiones animales, de esa canción inherente a la condición humana, que rige nuestros actos.

El hecho es que la antología, con sus cimas surrealistas (impagable el micro número 24), consigue una extraña coherencia, que se hace evidente cuando acabas de leerlo (una lectura ágil e inmediata, pero que no se queda ahí. Como digo, muchos de los micros invitan a sucesivas lecturas), y que resulta paradigmática de las inquietudes de su autor.

Un autor que en breve seguirá dando mucho de qué hablar (a Esa Bella Melodía hemos de sumar las aventuras de Zombi Kindergarten y Sakura, ambas con 23 Escalones; y muy pronto también, Oscuralia...).
Por eso, como regalo original para estas navidades, el librito del señor Escudero se me antoja una firme opción para los que gusten de la fuerza de lo breve, de la inteligencia de lo sucinto y lo perspicaz. Ya sea en papel o para disfrutar en nuestro ebook, aunque la versión más clásica cuente con el plus de la portada física, obra de Irene León, realmente oscura e inquietante.

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