En ocasiones, uno tiene la suerte de encontrarse con cuentos verdaderos, de esos que realmente te dicen cosas sobre su autor. En ocasiones también, estos cuentos, aun siendo íntimos y personales, son capaces de transmitirle algo muy concreto al lector. Y no me refiero a la mera transmisión de un concepto, ni tampoco a la simple empatización de una idea. Me refiero a los sentimientos, al estado de ánimo durante el mismo proceso de escritura, a esa sensación que rara vez se consigue y que muchos llaman magia.
El Niño que Bailaba bajo la Luna, de Juan Ángel Laguna Edroso, consigue despertar todo esto en quien lo lee.
Y lo consigue por dos razones...
La primera es que no estamos hablando de un libro al uso. Todo en él es especial: el papel, de textura extraña y tinta suave, con letras que te responden al tacto cuando las acaricias con los dedos; la traducción al francés, buscando, creo yo, la musicalidad antes que la internacionalidad; y los dibujos, con el trazo cinético de Gilbert Capietto, que beben del alma del texto y lo transcriben en retazos de sombras y fragmentos de niño, tumbas abrazadas por raíces y cipreses encendidos. Incluso hay banda sonora, del multidisciplinar artista Félix Royo, compuesta por ocho piezas que emocionan, envuelven y mecen al lector (aunque a estas alturas, ya resulta ridículo utilizar el simple término de lector). Como digo, El Niño que Bailaba bajo la Luna es una obra agregada, complementaria, consciente de su propia condición experimental y atractiva.
La segunda razón, como no podía ser de otra forma, es lo que cuenta, y más aún, cómo lo cuenta. Juan Laguna es alguien con quien he tenido el placer de coincidir en varias ocasiones dentro del mundillo del cuento. Por lo poco que sé, compartimos la misma pasión por la escritura y nuestras ideas suelen brotar de cementerios contiguos, por lo que no me resultó difícil entender el fondo y la forma, compartir el cuento, hacerlo mío.
Se trata de una fábula sobre lo excitante que resulta el mundo cuando uno es un niño, lo fácil que es hacer las cosas al revés de lo que esperan los adultos, y la añoranza (e intención implícita) de no querer dejar nunca de ser ese niño. Los motivos no los desvelaré, pues no me gusta hablar de la sinopsis de un cuento, sino de lo que un cuento me dice. Y este me dice que el autor cree en los sueños, en los fantasmas, en los cementerios y su vida oculta, en la luna y su romanticismo.
Es un relato de descripciones, de atmósfera, casi como la bruma que se escapa entre las verjas del cementerio; avanza, se detiene, en ocasiones mira atrás, y finalmente se esconde entre las sombras. Pero entre medias baila y hace bailar a su niño. De una forma visceral, enloquecida y encantadora, convirtiéndose en la escena memorable de un cuento que se disfruta enteramente, y cuyo final, aspecto de suma importancia en el relato corto, es capaz de trascender con elegancia y sin absurdas explicaciones. Pues todo lo que no se nos ha contado hasta ese momento, lo hemos tenido que sentir ya. A la fuerza.
Edito: para quien se quiera descargar el concierto de Félix Royo, no tiene más que pinchar en este enlace. Exquisito.
Es maravilloso. Lo cierto es que me hice con él cuando aún era todavía muy pequeño, allá por mis inicios en Ociojoven, pero mereció la pena. Tal vez le haga una relectura algún día. Hace poco se lo dejé a mi novia, que es belga, para que lo leyera en francés; además, ella que es amante también de lo fantástico y de Jean Ray... tenía que gustarle. Acabo de descubrir tu blog, por cierto.
ResponderEliminarPD: Soy Darthz. Odio estos sistemas de comentarios donde no te dejan poner tu blog a menos que seas de blogger (no me funciona el OpenID). Da igual, te quedarás sin conocer mi página, jiji.
Vaya, muchas gracias por pasarte, Darthz!
ResponderEliminarY ni de coña me quedo sin conocer tu página, ya me estás dando la dirección! ;)
Léolo? jaja yo soy Pilpintu! genial encontrarte por aquí. Muy cierto lo que dices, realmente es un libro maravilloso y sugerente; y claro está que la música de Félix le sienta fenomenal. :D
ResponderEliminarHola Pil!! me alegro mucho de que te dejes caer por aquí. Parece que yo era el único que quedaba por leer el libro de Patapalo, y eso había que remediarlo...
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias por comentar!