martes, 4 de agosto de 2015

Nudos de cereza estará en la Semana Gótica de Madrid 2015


Para todos los que seguís con asiduidad este blog, sabréis que mi segunda novela, "Nudos de cereza", es una de mis obras a las que más cariño guardo. Es también la que más críticas apasionadas levantó en su momento, a pesar de no tener el suficiente respaldo editorial detrás como para haber llegado a más lectores. De hecho, solo pude hacer una presentación en su día, hace más de un año. Por eso, me satisface sobremanera anunciaros que podré hablar de mi libro una vez más, y será bajo el paraguas de la Semana Gótica de Madrid, más concretamente en la librería Estudio en Escarlata el día 8 de octubre de este mismo año (horario aún por confirmar). Mi invitación se la debo, además de a los organizadores, al autor que me acompañará en la mesa, Javier Quevedo Puchal, que a su vez nos hablará de su último libro (El manjar inmundo).

En realidad, la charla consistirá en un diálogo abierto sobre la forma en que concebimos nuestras respectivas obras. Por ello, quería adelantarme y hablar de algo de lo que nunca hablé aquí: la estructura interna de "Nudos de cereza". En mi novela, si bien el hilo argumental salta del pasado (los veranos en el pueblo, la relación entre Marcos, Carolina y sus amigos, el posterior internamiento de Carolina y, por último, su muerte) al presente (la vida en matrimonio de Marcos, su relación con su hijo, la búsqueda de respuestas sobre el asesinato de Carolina, el descubrimiento de la verdad) en cada capítulo con tal de mantener el paralelismo de sendas tramas y hacerlas converger en el final, lo cierto es que, a nivel de ejecución, está estructurada en un prólogo, cinco capítulos y un epílogo de dos partes. El prólogo, aunque no se llame así en la versión editada hasta el momento por Punto en boca (dado que este título lo toma la intervención introductoria de Darío Vilas), nos plantea el nudo que vendrá a continuación, el punto de ignición de la trama, pero es a la vez la parte más importante de la novela, puesto que presenta a los tres caracteres principales en unas pocas páginas y nos previene de caer en la trampa que propondrá el grueso de la novela. Después vienen los cinco capítulos, cuyos títulos responden a dos ejes principales: en primer lugar, el personaje de Carolina, que casi nunca aparece pero siempre está, y que es el alma indiscutible de la historia; y en segundo lugar, otros personajes que influyen en su destino y en su carácter (concretos o generales), o bien algo que le pasa o le pasó a Carolina. La declaración de intenciones que planteo es obvia: todo el peso recae en una ausencia, idea potente y llena de posibilidades que me llevó a escribir esta novela. Así, tenemos los siguientes capítulos:

Primero: Carolina y el bidón de plástico
Segundo: Carolina y los hombres
Tercero: Carolina y la abuela Jacinta
Cuarto: Carolina y el internado
Quinto: Carolina y los nudos de cereza

Y, por último, el epílogo, estructurado a su vez en dos partes: el que narra el destino de Marcos (personaje conductor de la trama) y el que narra el destino de Carolina.

Se trata, por tanto, de una novela estructurada en torno a un personaje que, sin embargo, es conducido por otro personaje (Marcos, el hermano de Carol), y que necesita de, al menos, un par de personajes secundarios clave y con bastante enjundia para sostenerse en su conjunto. Es también una novela arriesgada por el hecho de comenzar con una niña muerta y pretender tirar del hilo en vez de empujar el carro de alguna premisa inicial, lo que juega a favor de la nostalgia y la melancolía, sentimientos ambos de los que quise impregnar la obra y que, a juzgar por las valoraciones de los lectores, supone el punto fuerte de la misma. El hecho de llevar  ambas tramas de manera paralela influye también en el tempo y en el avance de la acción, lo que provoca que ambas se sustenten la una a la otra y el ritmo no decaiga hasta la explosión final, un clímax que, sin embargo, responde a preguntas distintas de las iniciales, algo que también estaba en mi guión y que supuso el punto de fuga para decidirme a que esta fuera mi siguiente novela, de la cual me enamoré sin remedio y escribí en una especie de estado febril continuado, síntoma inequívoco de que hacía lo que tenía que hacer.

En definitiva, hablaré sobre estos aspectos y muchos más dentro de unos meses y en buena compañía, así que estáis todos invitados a esta segunda presentación de mi novela negra más intimista y visceral.

P.D.: Adjunto la que tenía intención de que fuera la portada de la novela, pero que más tarde se descartó por motivos editoriales. Como veis, una mezcla de erotismo, misterio y dolor, elementos que vertebran esta novela y, por extensión, toda mi obra.

Podéis haceros con un ejemplar de "Nudos de cereza" en este enlace

2 comentarios :

  1. La portada de la edición anterior tampoco estaba tan mal. Posiblemente la que propones hubiera vendido más, por el factor erotismo que señalas. Si bien tal vez hubiera inducido al error de pensar que la novela iba a tomar otros derroteros más sexuales, lejos de la sensualidad que puede tener una cría en los primeros años de la adolescencia. Creo que la portada que finalmente fue utilizada genera una angustia difícil de superar, tal vez porque Nancy fue la muñeca más querida de mi infancia y verla en ese estado me provoca cierta congoja. En todo caso, procuraré estar en la presentación-charla de octubre. Agradecería si pudieras ir recordando el evento a medida que se aproxime la fecha. Un saludo.

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  2. Claro que sí, Eva ;)
    Estoy de acuerdo con lo que dices sobre la portada: hay que distinguir entre portada bonita/fea y portada adecuada/no adecuada. en el caso de la edición de Punto en Boca, aunque la portada me parece fea, creo que esa fealdad es necesaria y reúne en un solo vistazo la metáfora de inocencia interrumpida que propone la novela. Y es desagradable, como a ratos el libro.
    Un abrazo, gracias por pasarte :)

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