Donnie Darko

¡Ojo, spoilers por doquier!

Debo decir que a mí todo esto de los viajes en el tiempo, los agujeros de gusano, los vectores espacio-temporales y la experimentación de un futuro pasado podría haberme parecido una hábil treta si tuviera a Richard Kelly por alguien más inteligente. Sí, joder, podría pensar que quiso captar nuestra atención con toda esta chuchería para contarnos algo que podría llegar a haber sido incluso interesante. Pero no, cuando nos pone a un tío disfrazado de conejo creo que nos quiere decir que hay un tío disfrazado de conejo. Nada más. Y en realidad, si la he disfrutado es porque me he empecinado en ver un brillo extraño en aquellos pequeños detalles que otros podrían considerar paja o incluso no haber advertido su existencia.

Hablo del sorprendente descubrimiento de Jim (el gran Patrick Swize) como sucio pederasta y su lamentable guía comercial de vídeo para vivir alejado del miedo, hablo de la actuación musical por todo lo alto de la pequeña de los Darko, de la difícil relación entre los miembros de esta familia, de la tortuosa situación familiar de la novia de Donnie, del despido improcedente de la profesora de literatura, de la atormentada vida de la china gordita, la triste soledad y consecuente locura de la "abuela muerte"...

Quizá vuelva a estar sobreinterpretando (mi golosina favorita), pero creo que la película nos quería alertar subliminalmente de algunas de estas cuestiones: ya sabéis, el drama se masca en cada hogar, los más oscuros secretos yacen agazapados a la vuelta de la esquina...

Nadie es brillante en aquel vecindario (excepto Donnie: ¿y quién te ha dicho que no sea un superhéroe?). Las niñas bailan como si fueran estrellas adultas que supieran muy bien lo que quieren ser en la vida (como si en esta vida alguien supiera qué quiere o como si tuviéramos que ser algo en esta vida), mientras sus madres proyectan sobre ellas sus propias esperanzas y frustraciones, anhelando un futuro brillante cuando aquella actuación no es más que un absurdo juego de niñas. Un pedófilo nos habla con total convencimiento sobre el bien y el mal porque vive atormentado por su propia culpa, mientras los demás arden en deseos de escapar de la mediocridad y se aferran a sus estúpidos vídeos que parodian sin saberlo la fe en el sueño americano. Cuando despiden a la profesora, esta se va con su propia bandera de los USA, haciéndonos ver qué absurdo es su país pero cuánto lo sigue queriendo. Durante toda la película se sigue el duelo electoral para hacerse con el poder del país (¿país? del mundo, quería decir), la china es degradada por su condición de emigrante y vive infeliz en un mundo que la tortura (algún día las cosas te irán mejor... quizá, pero ¿a cambio de qué?).

Con todo esto... ¿No es posible que la muerte de Donnie Darko signifique que este mundo necesita de un nuevo Mesías que se sacrifique para expiar nuestros pecados? Al final podemos ver a todos los personajes secundarios tomándose una revancha en su vida, agarrándose a una nueva oportunidad: la china sonríe por primera vez tumbada en la cama; la pareja de jóvenes profesores se abraza en la cama amándose en silencio; el pedófilo se echa a llorar, arrepentido... No olvidemos que el tema religioso se toca de soslayo, pero supone tal vez la parte más importante del film. Dios nos envía un nuevo Mesías para que pague por nuestros pecados y arroje algo de luz al sinsentido de nuestras vidas. Evidentemente, nosotros no creemos que sea un Mesías y necesitamos de una explicación, aunque sea fantástica, para explicar su muerte y su esquizofrenia. ¿Si Jesucristo hubiera existido en nuestro siglo, no le habrían diagnosticado una esquizofrenia galopante?

En fin, me gustaría creer que esta película nos habla de las penurias de una sociedad que vuela alto pero con el rumbo torcido y en un viaje sin mucho sentido, un mundo donde todos morimos solos y en el que los héroes anónimos son despedidos con un simple saludo delante de la puerta de su casa. Un saludo de dos desconocidos a una madre que fuma apartada del resto de la gente. Una Virgen María sufriente y moderna que permanecerá por siempre ajena a todo lo acontecido.

No obstante, si todo esto no fuera más que una sobreinterpretación mía, no podría encontrar el sentido de la cinta ni de muchas de sus imágenes, y su propósito pasaría de ser memorable a convertirse en un simple juego que, eso sí, derrocha imaginación por los cuatro costados, pero peca de creerse excesivamente interesante. Quiero decir que si vas a jugar a intentar dejarme flipado y a que disfrute del cine por el cine, pasando por encima de todo sentido y de toda razón o lógica, no puedes dártela luego de Darren Aronofsky.