domingo, 30 de diciembre de 2012

Dos1000doce

A horas de peinarle el flequillo al año, recopilo sensaciones mientras lo voy vistiendo.

Doce meses de cambios vitales, personales y hasta de pieles bastas y recambios varios. De cueva húmeda de hipotálamo baldío, de hipopótamo con sed y nada más que sangre y bilis para beber y bañarse y no dejar de dormirse y soñar en B. Tan solo restan horas para las putas campanadas.

Un año de dos novelas (o novela y media) entre dos viajes a Toledo; de una primera obra publicada bajo el yugo narrativo de esa misma etiqueta; de errores, ilusiones y descensos a unos abismos de sondas e insondados. Se me ha quedado un trozo de mí en el camino, pero más de cabeza que de carne o de hueso. Sigo con la misma muela picada.

Me voy de 2012 con la frustración de la ilusión sin cumplir, pero con la satisfacción del trabajo bien absorbido. Embebiendo horas de teclado y mucho más material a lomos, material que me ha ido curtiendo hasta llagarme bien bonito, superando cualquier límite de cualquier criterio criticable.

Pero me voy bien, con dolores, como yo quería, deseando entrar en un nuevo año con otro apellido, en el que quizá dé salida a mis Nudos y se me deshaga el que llevo dentro desde hace trece meses. Qué mala suerte. O qué mala baba. O quémala sin más. Dale como quieras, pero dale fuerte, que reviente.

Lo típico es verlas en la Primera. Yo siempre me las empiezo a comer desde los cuartos.

2 comentarios :

  1. Realmente no ha sido un año bueno, mas bien bastante malo.

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    1. Muchas cosas malas y alguna cosa buena. Al menos seguimos aquí, y muy mal se tiene que dar 2013 para que sea peor que este

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