miércoles, 6 de agosto de 2014

"Dancer in the Dark": Pretenciosa pornografía emocional al servicio de una obra maestra del cine

Lars Von Trier es el único director de cine que piensa con el corazón y siente con el cerebro. Es un monstruo superdotado y esencialmente pedante que, al contrario de lo que muchos puedan pensar, no intenta reírse de sus fieles espectadores, sino que trata de disponer sobre el tapete de la pantalla una especie de juego vital con sus propias reglas en el que el espectador asuma la condición del cineasta como Dios omnipotente. Solo de esta forma se entiende la comunión que se establece a un nivel oculto bajo la superficie de sus films, superficie descorazonadora y brutal con la que desea alejar a los moscardones de crítica fácil y atraer a aquellos que estén dispuestos a aceptar el reto y penetrar hasta lo más hondo. No con el corazón, sino con el cerebro.

Spoilers. Abstenerse quienes no la hayáis visto aún.

Es este un cine eminentemente cerebral, a pesar de que mucha gente lo acepte de forma equivocada con el corazón. La parte melodramática es facilona, bobalicona, improbable, irreal e incluso cutre y algo idiota. El director danés nos quiere para otra cosa. Por eso contrató a Bjork para esta cinta, para no tener que buscar a alguien que interpretara un ángel inocente y estúpido: ella misma era ese ángel inocente y estúpido. Por eso entreteje esa trama de telefilm absurdo en torno a un personaje que va perdiendo la visión, que trabaja de sol a sol en una fábrica de mala muerte sin ver más allá de la punta de su chata nariz esquimal, poniendo su vida en peligro a cada instante para salvar de la infausta ceguera a su hijo. Ahorra dinero para costear la operación del hijo que tanto ama. Un hijo cuya primera muestra de afecto que recibe de su madre, según vemos en pantalla, es una sonora bofetada, aunque más tarde él mismo le obsequia con una preciosa contestación en la que le pregunta por qué cojones le cuenta tanta mierda, y después casi no volvemos a verle más. ¿Por qué? No es que Von Trier quiera hacernos ver que Selma no quiere a su hijo, nada más lejos de la realidad, puesto que por él dará su vida; ni tampoco quiere plantearnos una cuestión filosófica del amor al estilo de The Fountain (trabaja para poder operarle, pero apenas lo ve de tanto trabajar...) No, no es eso. Lo que quiere Von Trier es que nos demos cuenta de que el personaje que nos plantea no hace lo que hace solo por su hijo, sino como penitencia autoinfligida. Se deja la piel sufriendo para purgar su propio pecado, que no es otro que el hecho de haber concebido un hijo siendo plenamente consciente de la enfermedad que le iba a transmitir.

Por puro egoísmo, como reconoce más tarde. Por ahí es por donde Lars quiere entrarnos hasta el hipotálamo, no por los lacrimales. De sus propias palabras y de la tortuosa relación con Bjork durante el rodaje se extrae la idea que tenía sobre su personaje principal: ''una mujer tonta, una víctima estúpida, una mártir''. Mientras que, por el contrario, y como muestra irrefutable de mi opinión al respecto, la propia Bjork creía en el personaje de tal manera que llegó a confundirse con Selma y encarnó su condición en lugar de interpretarla. Lars Von Trier quiere que reflexionemos sobre esa condición de mártir como una velada crítica a la religión moralizadora autoimpuesta. Quiénes sino los europeos del norte fueron los primeros en plantearse tales cuestiones...

Selma disfruta con los musicales más que con cualquier otra cosa, y el realizador danés nos obsequia con numerosos bailes estrambóticos e hiperrealistas (el color del vídeo digital se satura en esos momentos como burdo contrapunto a la ceguera de la protagonista) aderezados con la chiripitifláutica voz de la artista islandesa, que hacen hincapié en la esencia infantil, fantasiosa e inocente de nuestra heroína. En una de estas canciones, Selma se jacta irónicamente de que su ceguera no va a resultar ningún problema para ella, pues ya no tiene nada más que ver en este mundo, porque todo lo que nunca ha visto no merece tanto la pena como para sufrir por ello. Una vez más, Von Trier utiliza el metalenguaje cinematográfico para hablar de cine utilizando el cine. El cinéfilo cierra los ojos ante el mundo ''real'' y se entrega a la mirada contemplativa de un producto (u obra de arte) enlatada. La ceguera es motivo de orgullo, supone vía libre para la mirada interior, pegada con melancolía al techo del paladar. Preferimos recordar a ''ver''. También hace referencia de esta forma a su polémico dogma, ironizando veladamente sobre un método de hacer y entender el cine que podría parecer una negativa a considerar cualquier otro tipo de cine, como cerrar los ojos ante otras realidades que no aportan mucho más de lo que ya hemos visto.

No obstante, como siempre, Von Trier destila artificiosidad por los cuatro costados, volviendo a dejar la sensación (y no sé si de forma concienzuda o psicosomáticamente) de que se ríe de su propio método y se divierte violándolo repetidas veces delante de los ojos de quienes lo defienden a capa y espada. Así mismo, supone una crítica (aunque decir crítica en el cine de Von Trier es pecar de evidente, pues aquí lo que prima es la visión libre de juicios, más como referencia al mundo interior del cineasta que a la proyección abiertamente crítica y mordaz como pudiera ser la de Michael Moore, Brian DePalma u Oliver Stone) a las libertades norteamericanas, al abuso de poder y a la pena capital, ofreciéndonos uno de los finales más aterradores y peturbadores de la historia del cine. Nos hace llorar literalmente obligándonos a ver cómo muere Bjork/Selma mientras canta a capella en el único instante en el que la falta de artificiosidad nos golpea de frente, recordándonos con ese plano del cuello roto (crujido incluido) que estamos ante una película que se ha hecho carne en nuestros ojos. Nos deja noqueados y eleva su epitafio: ''la película no acaba hasta que no suene la última canción, y eso será cuando Bjork/Selma así lo desee'' a la categoría de mito alegórico y paradójico: ahora todos nosotros estamos dentro de la película y nunca podremos salir de ella. De nosotros depende seguir tan ciegos como Selma o abrir los ojos a la ''realidad''.

Por otro lado, los valores positivos de la película: el amor no correspondido del personaje de Stormare o la amistad incondicional del de Catherine Deneuve, no servirán para nada más que para cumplir el único deseo de nuestra protagonista. Para ella es suficiente, pero no para nosotros. Con esto bien podría decirnos que la bondad en esta vida no tiene recompensa porque en el acto bondadoso existe inherentemente la necesidad de no buscar (ni merecer) correspondencia.

Para terminar, no podemos dejar de hablar de la originalidad y carácter rompedor de este film irrepetible, así como de la potentísima influencia de Bjork (la banda sonora acaba gustando como gusta el limón) en todos y cada uno de los aspectos de la película, hasta el punto de no poder discernir si el resultado es mezcla de los dos artistas o si alguno de los dos utilizó al otro para cumplir sus objetivos y llevarlo a su terreno. De ser así, la cinta no concibe una interpretación cerrada y puede ser disfrutada a todos los niveles, lo que la convierten en una de las joyas predilectas del tesoro cinematográfico colectivo.

4 comentarios :

  1. Te creerás que me has dado ganas de verla! Toda la vida pensando que era un melodrama y, además, con pretensiones y resulta que sí que tiene un algo más de lo que la gente cuenta. Anotada en mi lista, gracias!

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  2. Yo es que al capullo de Lars siempre intento sacarle cosas entre líneas, jaja. Sea como fuere, creo que es una película que hay que ver. Me alegro que haya despertado tu interés: ¡Ya me contarás si la acabas viendo! ;)

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  3. Pues mira, me pillas totalmente porque no me la he visto. Y tampoco he querido seguir leyendo mucho, por aquello de los spoilers, pero creo que voy a buscármela. A veces algo atípico, una mirada que se desmarque de cualquier tendencia, es no solo disfrutable sino necesaria, creo.

    Muchas gracias por traértela ;)

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  4. Gracias a ti por pasarte a leer, Rober. Y muy de acuerdo con esa reflexión que haces ;)

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